Mujeres silenciadas en la Edad Media

En esta ocasión, la editorial Punto de Vista nos ofrece una segunda edición del libro “Mujeres silenciadas en la Edad Media”, escrito por la periodista e historiadora Sandra Ferrer Valero. En su obra, recoge una selección de biografías de grandes mujeres históricas, como Hildegard von Bingen o Christine de Pizan, que permanecieron bajo las sombras de un patriarcado que marcó el devenir de la vida en los tiempos medievales.

A lo largo de cada capítulo, Sandra Ferrer Valero nos invita a descubrir la vida y obra de estas mujeres que permanecieron en la oscuridad del relato histórico a través de una obra de carácter divulgativo y de contacto, con el fin de sumergirnos en un estudio de género a lo largo de la Edad Media. Para ello, nos brinda un breve comentario sobre los motivos que la llevaron a realizar esta investigación, para luego remarcar el impulso que han tomado los estudios sobre la historia de género. En efecto, señala cómo “todas estas mujeres, con nombres propios o anónimos, están siendo descubiertas por grandes historiadores, […] que reclaman para ellas el lugar que les corresponde en el mundo medieval, un mundo eminentemente masculino”.[1] Concluye su introducción, en un ánimo conciliador, ofreciéndonos su aporte para visibilizar a las protagonistas de este período sin denostar a los hombres y “sin alimentar la hoguera de la guerra de los sexos”.

La obra, está presentada en tres capítulos temáticos donde se los aborda desde los diversos ámbitos que componen el mundo medieval; a través de una lectura amena. Al iniciar el primer capítulo, nos comenta cómo los Padres de la Iglesia forjaron las bases culturales de la sociedad cristiana. Es decir, menciona cómo fueron diseñadas las formas de vivir de sus fieles, en tiempos donde las supersticiones, el miedo a lo desconocido y los mensajes apocalípticos influyeron indefectiblemente en su modo de ver el mundo.[2] Tras lo analizado, afirma que es precisamente en este “escenario apocalíptico [donde] la mujer dio la solución a muchas de las preguntas sin respuesta. Porque si la naturaleza era un universo desconocido en muchos de sus aspectos por los hombres, la mujer también lo era”.[3] El resultado de su ignorancia llevó a crear en la sociedad medieval una idea negativa de la mujer; quedando asociada a Eva como símbolo del pecado. En efecto, fue durante el proceso de institucionalización del cristianismo en el que las mujeres empezaron a molestar a los Padres de la Iglesia.

En un contexto en el que “los hombres forjaron la imagen de Eva y la esculpieron en capiteles, claustros y portaladas de las más hermosas iglesias junto a la serpiente y la manzana, para dejar constancia de lo que eran, nos podemos imaginar que cualquier mujer que quisiera romper con esa imagen era algo más que valiente”.[4] Es en este deseo de cambio, -de la que hablará en el siguiente capítulo- donde encontraremos el surgimiento de mujeres con una gran importancia junto con una revalorización positiva.

Mujeres silenciadas en la Edad Media. Sandra Ferrer Valero. España, Punto de Vista Editores, 2016, (2. ª Edición). 182 pp., ISBN: 978-84-15930-87-7

Luego, en el segundo capítulo analiza profundamente la situación de las mujeres en relación a la Iglesia del Occidente medieval y la conceptualización de lo femenino dentro de la Institución. Las categorías tomadas constan de los siguientes conceptos: “la mujer pecadora”, representada por Eva con su connotación negativa, que lleva al primer hombre a comer del fruto prohibido y pierden la posibilidad de estar en el paraíso. En ella se representan todas las mujeres que tienen relaciones sexuales con otro hombre que no sea su marido, la mujer que desea, la prostituta. Y por otro lado, “la mujer como madre” en la que se refleja la imagen de la Virgen María. En la primera, encontraremos su situación en la temprana Edad Media y como en el transcurso del período pasó a tener una mayor revalorización en la sociedad occidental. Esta mejoría, se encuentra en la imagen de ellas como madre y la evolución del culto mariano. En consecuencia, Ferrer Valero desarrolla la historia de las religiosas que lograron tener, brevemente, un poder e influencia considerable, en las mujeres que provenían de las familias empobrecidas. De esta manera, nos informa como “estas mujeres utilizaron […] su poder para ayudar a las monjas a acercarse a la cultura. […][Y cómo] muchas de ellas […] pudieron, gracias al esfuerzo de las abadesas, aprender latín y leer los textos sagrados. Bajo la dirección de abadesas de singular energía e inteligencia, estos centros religiosos fueron excepcionales, equivalentes a las tan escasamente dotadas universidades”.[5] Por último, finaliza el segundo capítulo con un pequeño apartado dedicado al trabajo femenino en el campo y la ciudad; y como estas “ayudaron con su esfuerzo a que la economía en el campo y en las ciudades siguiera adelante”.[6]

Tras lo analizado, deja visible los modelos femeninos establecidos en la sociedad del Occidente medieval; para dar lugar al inicio del tercer y último capítulo. El mismo puede ser considerado el núcleo de la obra debido a que analiza la presencia femenina en los diferentes ámbitos que determinaron su legado en la cultura e historia de esos siglos. Aparte de lo afirmado, la autora describirá la vida y obra de grandes mujeres como la mística Hildegard von Bingen (1098-1179), la escritora Christine de Pizan (1364-1430); entre otras que se dedicaron a tareas como trovadoras, iluminadoras, doctoras, etc. pero son un importante énfasis en la figura de estas dos imponentes mujeres dignas de los numerosos estudios realizados en torno de sus figuras.

La obra cierra con un último apartado dedicado a los avances en los estudios de género, en que la autora nos aporta una breve reflexión destinada a demostrar la importancia que han tomado y su mirada hacia el pasado para así rescatar la vida y obra de grandes (y tantísimas que no lo eran tanto) mujeres que, injustamente, quedaron en las penumbras de la historia. También, mencionará como los estudios de la historia de las mujeres recibieron un gran impulso gracias a aquellos historiadores e historiadoras en letras mayúsculas que centraron sus investigaciones en esta temática.

Para concluir, podemos afirmar que la obra nos aporta una buena selección de casos, ya clásicas, de la Edad Media: Sandra Ferrer Valero nos demuestra que esta época también posee un rostro de mujer. Gracias a este libro se contribuye a sacar a la luz la historia de las invisibilizadas durante siglos por los hombres.

Nicolás Mazzotta
I.S.P. “Dr. Joaquín V. González”
mazzottajvg.20@gmail.com


[1] Ferrer Valero, Sandra, Mujeres silenciadas en la Edad Media; Madrid, Punto de vista, 2016. P. 10.
[2] Ibídem. P. 12.
[3] Ibídem. P. 13.
[4] Ibídem. P. 16.
[5] Ibídem. P. 35.
[6] Ibídem. P. 38

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